La inmunidad artificial activa se produce por inoculación de una vacuna. La inmunidad generada por la vacuna es efectiva al cabo de varios días, pero, al crear memoria inmunológica, su capacidad de acción es duradera. La vacuna contiene antígenos contra los que reacciona el sistema inmune.
La inmunidad activa artificial es una forma de fortalecer el sistema inmunológico mediante la administración de una vacuna. Esta vacuna contiene una versión debilitada o inactiva del patógeno o una proteína del mismo, conocida como antígeno. Al introducir el antígeno en el cuerpo, el sistema inmune reconoce la sustancia extraña y desencadena una respuesta inmunológica.
Esta respuesta incluye la producción de anticuerpos específicos para el antígeno presente en la vacuna. Los anticuerpos son proteínas producidas por el sistema inmune que se unen a los antígenos y los neutralizan, evitando así que el patógeno pueda causar enfermedad.
La inmunidad activa artificial es especialmente efectiva porque crea memoria inmunológica. Esto significa que el sistema inmune «recuerda» el antígeno y puede responder de manera rápida y eficiente si vuelve a encontrarse con el mismo patógeno en el futuro. Esto proporciona una protección duradera contra la enfermedad.
Las vacunas son una herramienta fundamental en la prevención de enfermedades infecciosas. Han sido utilizadas durante décadas para prevenir enfermedades como el sarampión, la polio, la hepatitis B, entre otras. Gracias a la inmunidad activa artificial proporcionada por las vacunas, se ha logrado erradicar o controlar enfermedades que antes eran una amenaza para la salud pública.
Es importante destacar que las vacunas son seguras y efectivas. Han pasado por rigurosos procesos de investigación y pruebas antes de ser aprobadas para su uso en la población. Además, los beneficios de la vacunación superan ampliamente cualquier riesgo asociado.
Es necesario que la población se mantenga al día con las vacunas recomendadas, ya que la inmunidad puede disminuir con el tiempo. Además, la vacunación no solo protege a la persona vacunada, sino que también contribuye a la protección de la comunidad al reducir la propagación de enfermedades.
¿Qué es la inmunidad artificial activa y pasiva?
La inmunidad artificial activa se logra cuando el sistema inmunológico del cuerpo se estimula para producir sus propios anticuerpos y células inmunológicas. Esto se puede lograr a través de la administración de vacunas o inmunizaciones, que contienen pequeñas cantidades de antígenos inactivos o debilitados. Estos antígenos estimulan al sistema inmunológico a producir una respuesta defensiva, generando anticuerpos específicos que pueden reconocer y neutralizar futuras exposiciones al mismo antígeno. La inmunidad activa puede ser duradera, proporcionando una protección a largo plazo contra enfermedades.
Por otro lado, la inmunidad artificial pasiva se obtiene cuando se suministran anticuerpos preformados al cuerpo en lugar de que este los produzca por sí mismo. Estos anticuerpos pueden provenir de fuentes externas, como sueros o productos sanguíneos de individuos o animales inmunizados. Los anticuerpos pasivos actúan de manera inmediata brindando una protección inmediata y temporal ante un agente infeccioso o toxina específica. Sin embargo, esta inmunidad pasiva es de corta duración ya que los anticuerpos se degradan y eliminan del organismo con el tiempo.
¿Cómo se adquiere la inmunidad artificial activa?
La inmunidad activa artificial se adquiere cuando se administra al huésped un antígeno de forma artificial para estimular la producción de anticuerpos específicos. Este proceso se lleva a cabo a través de la vacunación, donde se introduce en el organismo una forma debilitada o inactivada del patógeno o una versión modificada de sus proteínas.
Al administrar la vacuna, el sistema inmunológico del huésped reconoce el antígeno y produce una respuesta inmune, generando anticuerpos específicos que pueden neutralizar o eliminar al patógeno en caso de un posterior encuentro. Además, la vacunación también puede estimular la respuesta de las células T, que desempeñan un papel crucial en la eliminación de las células infectadas por virus.
La inmunidad activa artificial proporciona una protección duradera contra enfermedades infecciosas, ya que el sistema inmunológico del individuo ha desarrollado una memoria inmunológica contra el antígeno específico. Esto significa que si el huésped se expone nuevamente al patógeno, su sistema inmunológico puede montar una respuesta rápida y efectiva para combatir la infección, evitando así la aparición de síntomas graves o la enfermedad en sí.
¿Cuáles son ejemplos de inmunidad activa?
La inmunidad activa se refiere a la respuesta del sistema inmunológico después de la exposición a un microorganismo infeccioso o a una sustancia extraña. Esta respuesta puede ser natural, como cuando una persona se recupera de una infección, o puede ser inducida mediante la vacunación.
Un ejemplo de inmunidad activa es cuando una persona se infecta con un virus, como el virus de la gripe. Después de la infección, el sistema inmunológico produce anticuerpos específicos para ese virus, lo que proporciona inmunidad contra futuras infecciones. Esta inmunidad activa puede durar varios años, protegiendo al individuo de nuevas infecciones por el mismo virus.
Otro ejemplo de inmunidad activa es la vacunación. Las vacunas contienen partes inactivadas o debilitadas del microorganismo o sustancias extrañas que estimulan una respuesta inmunológica. Esto permite que el sistema inmunológico produzca anticuerpos y células de memoria específicas para ese microorganismo o sustancia extraña. En el futuro, si se produce una exposición real al microorganismo o sustancia extraña, el sistema inmunológico puede responder rápidamente y prevenir la enfermedad.